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Sunday, February 26, 2006

TENIENTE ALEJANDRO BELLO - DESAPARECIDO


Extracto de Historia aeronáutica de Chile, 1950
El lunes 9 de marzo de 1914 fué un triste día para la historia de la aviación militar por el desaparecimiento del teniente Alejandro Bello y el poco afortunado fin que tuvieron las pruebas para optar al título de piloto militar de los tenientes Ponce y Torres, y del sargento Menadier.
El capitán Avalos dispuso para ese día la realización del triángulo Aeródromo-Culitrín-Cartagena-Aeródromo, que el año anterior habían cumplido sin mayor inconveniente los primeros alumnos egresados de la Escuela de Aeronáutica de Lo Espejo.
Al teniente torres correspondió ser el primero en despegar, a las 05:30 horas, con rumbo a la costa. A medida que fué avanzando se encontró con una espesa bruma, que lo hizo descender cuando creía encontrarse en las proximidades de Cartagena. Ante la imposibilidad de observar tierra, resolvió tomar nuevamente altura y dirigir su Bleriot de 50 HP. hacia el este, en busca del aeródromo de Lo Espejo. Después de volar sobre las nubes, sin orientación alguna, durante tres horas, logró llegar afortunadamente al valle central, aterrizando en la Escuela de Aeronáutica, donde comenzaba a temerse por su suerte.
Allí se encontró con sus compañeros Bello y Ponce, quienes después de haber emprendido, con diferencias de minutos, la primera etapa del triángulo, empezando por Culitrín, se vieron obligados a regresar a Lo Espejo por malas condiciones atmosféricas.A las 09:30 hrs. Ponce y Bello solicitaron autorización para iniciar nuevamente sus recorridos, a lo cual accedió el capitán Avalos, en vista de que en Lo Espejo l tiempo se presentaba favorable y los aviadores poseían, a su juicio, una buena experiencia por haber aprendido a volar en Francia.
En su segunda tentativa lograron llegar a Culitrín a las diez y diez y media de la mañana, respectivamente.Ponce y Bello habían permanecido en Culitrín, donde almorzaron; en espera de que amainara el viento sur, lo cual ocurrió a las 16:00 hrs., más o menos. Una vez probados los motores de sus respectivos aparatos, ambos pilotos partieron desde Culitrín, con rumbo a Cartagena, con diferencia de cinco minutos: Bello a las 16:54 y Ponce a las 16:50 hrs., a fin de cumplir el recorrido juntos, y considerando las diferentes velocidades de los aviones que tripulaban.
En estas condiciones de vuelo se hizo, maneniéndose siempre a la vista de dos aviadores. al sobrevolar los cerros de la costa, fueron sorprendidos por una densa capa de nubes bajas, que obligó a los raidistas a tomar una mayor altura. Cuando creyó encontrarse en las proximidades de Cartagena, Ponce observó que su compañero comenzaba a descender por un pequeño claro, entre las nubes, resolviendo seguirlo hasta donde fuera posible. Muy pronto perdió de vista a Bello, y como estimara peligroso continuar descendiendo con la escasa visibilidad, que a cada momento se reducía más, Ponce optó por volver a tomar altura en su Breguet, logrando salir sobre las nubes, al cabo de algunos minutos de ascenso a través del claro por donde había bajado. Luego de dirigir su aparato rumbo al este, y cuando empezaba a temer acerca de la suerte corrida por el compañero de sus afanes de encontrar Cartagena, con tan mala visibilidad, tuvo una gran satisfacción al comprobar que Bello volaba delante de él, sobre las nubes, en el mismo rumbo suyo. Sin dar mayor importancia a la situación, Ponce continuó volando a la vista de Bello, cuyo aparato alcanzaba a divisar como un punto, proyectado contra la Cordillera de los Andes.
Cerca de las 19:00 hrs., en atención a que la bencina se agotaba, el teniente Ponce resolvió buscar un potrero favorable para aterrizar. Cuando tocó tierra, después de evitar una viña, corrió algunos metros, deteniéndose el aparato sin sufrir daño alguno a pesar de las deficientes condiciones del terreno. Gran sorpresa tuvo Ponce cuando las personas que acudieron al sitio del aterrizaje le manifestaron que se encontraba en Buin, a 14 kilómetros al sur de San Bernardo. El aviador estaba seguro de haber descendido en las proximidades de Lo Espejo, lugar que no pudo ubicar por la obscuridad y la bruma.Luego de los primeros cambios de impresión con el numeroso público, Ponce preguntó por Bello, declarando haberlo visto hasta el último momento volando delante de él. Sin embargo, pasaron los minutos, las horas, llegó el nuevo día, y de Bello no se recibieron noticias concretas desde ninguna parte.
No se tomaron medidas inmediatas de búsqueda, por haberse informado falsamente que el teniente Bello había aterrizado en las proximidades de Llo-Lleo. Sin embargo, al no encontrarlo comenzó la búsqueda del aviador perdido en la zona de Melipilla, Llo-Lleo, San Antonio y Cartagena, como asimismo en el mar, para lo cual la superioridad militar solicitó cooperación de la Armada.
La aviación militar exploró durante diez días a pesar de las dificultades provocadas por la neblina y las escarpadas montañas, arriesgando muchas veces la vida de los pilotos que los buscaron.
Cuanto indicio o rumor se propaló acerca del hallazgo de Bello, resultó falso y debió aceptarse como una evidencia la consumación de una nueva tragedia que cubrió de luto a la aviación militar.
La desaparición de Bello ha permanecido como un misterio indescifrable. Dondequiera que haya caído, su espíritu vive en el recuerdo de quienes reconocieron en su muerte, un ejemplo puro de inmolación al deber.
El domingo 29 de marzo de 1914 se verificó en el patio de la Escuela Militar una imponente ceremonia fúnebre, en homenaje a las dos primeras víctimas de la aviación militar, como una exteriorización del sentimiento profundo pesar que embargaba al Ejército y al pueblo entero de Chile, por la pérdida de los tenientes Mery y Bello.

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